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Por qué evitar el abstencionismo en las elecciones 2024

El abstencionismo distorsiona lo que opina la mayoría porque pocos habitantes deciden sobre el futuro político y social

El abstencionismo y su interpretación ha sido tan distorsionado que las consecuencias reales podrían pasar desapercibidas, sobre todo rumbo a las elecciones del domingo 2 de junio en México.

El abstencionismo se define como la diferencia entre el número de electores que pueden votar y el número efectivo de votantes. Suele también integrarse a los votos nulos o en blanco, como una forma de participación legítima.

Partiendo de allí, la decisión de no acudir a las urnas también es una forma de participación pasiva, aunque existan campañas que denigren este acto a través de premisas represivas como “si no votas, cállate”.

El ejemplo más reciente y claro de la influencia del abstencionismo en decisiones trascendentales, fueron los resultados referéndum del Brexit en Reino Unido, que implicó la salida de todas las naciones que componen la región de la Unión Europea. Un 51.9% votó por salir, pese a que encuestas previas exponían que 64% de los jóvenes de 18 a 24 años estaban a favor de permanecer, en contraste con las personas de 50 o más años que tenían una intención de permanecía en la Unión de apenas un 34 por ciento.

Los niveles de participación revelaron que hasta el 90% de los mayores de 65 años votaron en el referéndum, y el 64% de los jóvenes -de 18 a 24 años-, que preferían la permanencia, acudieron a votar.

En contraste, y a nivel más local, un ejemplo de la influencia de una participación copiosa en el resultado final fue la consulta popular de 2017 sobre la construcción de la ciclovía de Boulevard Marcelino García Barragán, que obtuvo el 78% del voto a favor con una mayoría de participantes que tenía entre 18 y 35 años.

Ambas muestras mencionadas exponen la influencia que tiene cruzar los datos del abstencionismo con la edad de los votantes. En las elecciones de 2024, sólo en Jalisco hay 3.1 millones de personas que tienen entre 18 y 39 años, lo que representa el 47% de los votos totales, de acuerdo con un análisis publicado en El Diario NTR. Y a nivel nacional representan el 37.78% del total.

Pero el Instituto Nacional Electoral (INE) ya registra que desde 2009 el grupo etario con más abstencionismo es el de 20 a 29 años. La Estrategia Nacional de Educación Cívica 2024 – 2026 indica que puede deber a un desencanto con la esfera político-electoral reflejada en la caída de su participación después de ejercer su voto por primera vez.

Particularmente en las elecciones de 2018, el grupo de personas de 60 a 74 años registraron mayor participación (72%, aunque representan el 14% de la lista nominal) y posteriormente los de 18 años que supera levemente el promedio nacional. En cambio, los niveles más bajos de participación, o grupos con mayor abstención, son el 19 a 34 años y de 80 o más.

Promedio de participación ciudadana en las elecciones de 2003 a 2018. Fuente: INE

Por este motivo, en las últimas semanas han trascendido videos dirigidos a los jóvenes para animarlos a salir a votar, pero muchos de ellos de personajes como Enrique Krauze, Eugenio Derbez o Brozo que distorsionan y manejan un discurso sesgado para favorecer a la candidata Xóchitl Gálvez, lo que pervierte las consecuencias apartidistas que tiene el abstencionismo y alejan aún más a las personas de las urnas.

El bombardeo propagandístico hacia los jóvenes se debe a que es la población más indecisa, a diferencia de los adultos y adultos mayores que pueden tener más definidas y sólidas sus convicciones y preferencias.

Cómo evitar el abstencionismo electoral

No es suficiente una propuesta de candidatura convincente para incentivar el voto, sobre todo cuando la desconfianza en las instituciones es una de las principales razones del abstencionismo, además de candidatos y partidos políticos, los cuales incurren en la compra de votos y provocan la creación de suspicacias acerca de la compra de las elecciones. Además, la difusión de encuestas que definen ventajas de una o un candidato puede influir en la abstención de una persona que prefiera no votar por un candidato “perdedor”.

Empero, justamente este punto debería ser de los principales incentivos para sufragar, ya que, a pesar de la derrota del candidato preferido, fortalece su legitimidad como oposición, y el mejor ejemplo de ello es el presidente Andrés Manuel López Obrador. Desde el año 2006 fue el opositor más reconocido ante el gobierno del PAN, y posteriormente en el PRI, debido a que siempre mantuvo un apoyo copioso en las urnas: 35.31% obtuvo en 2006, 31.61% en 2012 y finamente 53.19% en el 2018.

Pero la oposición actual no ha logrado consolidar un voto fiel, sobre todo por una alianza cuestionable entre rivales de toda la historia, como el PRI, el PAN y el PRD; tanto que los intelectuales y asesores ideológicos de este grupo invitan a votar por “la candidata” y no por los partidos políticos.

Además, varios analistas coinciden en que el abstencionismo aumenta la influencia y el peso que tienen los votantes movilizados por grupos de poder fáctico. En un análisis publicado por la Cámara de Diputados se ilustra un caso desde el cual hago una comparación:

En una colonia de 150 habitantes 100 de ellos pueden votar, pero 33 de éstos se movilizan por poderes fácticos o son acarreados de algún partido político. Si en total solo acudieran a votar 66 personas de los 100 posibles, el peso en el resultado final de las personas movilizadas políticamente sería del 50 por ciento, es decir 33 personas definieron el futuro político, social y económico de 150 personas. Con esto, el triunfador termina erigiéndose por intereses particulares y ajenos a la democracia.

Una de las posibles soluciones para disminuir el abstencionismo y otorgar más legitimidad a los resultados y al o a la candidata ganador o ganadora es el voto obligatorio, implementado en varios países de Latinoamérica y Europa, con pena de una multa, trabajo comunitario o prohibición para realizar algún trámite de gobierno.

Estas medidas han resultado en una mayor participación de hasta 14 y 18 puntos porcentuales en varios casos, según Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, pero tampoco garantizan una mayor participación.

De hecho, la diputada Melissa Vargas Camacho, del PRI, propuso reformar el artículo 36 de la Constitución para que se obligue a los ciudadanos a votar.

Más allá de la decisión individual de salir o no a emitir el sufragio, se debe estar consciente que abstenerse también es tomar una postura y termina beneficiando o perjudicando a alguno de los candidatos.

Saúl Justino Prieto Mendoza

Me especializo en el mundo del UX Design y medios de comunicación digitales. Me encanta innovar y reinventar las formas de transmisión y de conexión con usuarios y la audiencia. Soy doctorante en Gestión de Paz y Prevención de Violencias por la Universidad de Guadalajara, lo cual me ha pemitido observar el fondo de problemas sociales vigentes.

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