Cúspide y caída de los gobernantes empresarios en Jalisco
Lemus sumará 15 años como gobernante en Zapopan, Guadalajara y Jalisco
Durante los próximos seis años, Jalisco será gobernado por un empresario de cepa: Pablo Lemus, con los cuales sumará 15 años como gobernante en Zapopan, Guadalajara y el estado. Esto marca un hito en la historia de la política en Jalisco y probablemente en México, donde el poder se ha repartido entre oligarquías que heredaban sus puestos con la aprobación de la iniciativa privada, ahora la iniciativa privada está dentro de la oligarquía.
Por algo el segundo aire del partido Movimiento Ciudadano (MC), arrastrado por el alfarismo, se basó en la integración de nuevos personajes como el mismo Pablo Lemus, que ganó la alcaldía de Zapopan y que representó una renovación de viejos cuadros con una filiación directa a partidos políticos. De hecho, se difundió la tendencia de votar por las personas y no por los partidos.
En Latinoamérica existen ejemplos de las secuelas que podría tener el manejo empresarial de un gobierno que, en teoría, debe buscar el bien común. La académica Inés Nercesian indagó en la captura de las decisiones estatales por parte de intereses particulares a través de la elección para puestos ejecutivos, y así beneficiar a determinados grupos económicos. Durante su investigación descubrió que una de las principales causas del arribo de empresarios a puestos públicos es la crisis de los partidos políticos y el temor por el avance de las experiencias progresistas o “de izquierda”.
El gobernador Enrique Alfaro, a pesar de tener formación como ingeniero y una carrera política más amplia, fue parte de esta tendencia. Por ejemplo, la adquisición de millonarios créditos beneficiaron a grupos de empresarios escogidos y no tuvieron ninguna repercusión en obras públicas o proyectos en beneficio de la población. Además del despotismo que ha mostrado durante todo su mandato.
Sus últimos desplantes al solicitar vacaciones o la más reciente licencia para ausentarse solicitada al Congreso revelan una percepción totalmente alterada, pensando que su “empresa” o el Gobierno de Jalisco, puede sostenerse por “sus obreros”, y que el CEO puede desentenderse sin que se afecten las operaciones. Además, se ha caracterizado por inflar o maquillar la situación real que vive el Estado con tal de evitar la caída de “inversiones” e inflar el “valor” de su “empresa”.
A pesar de los “resultados” en términos económicos que pueda traer un gobierno de empresarios, los ejemplos en Latinoamérica han mostrado poca probabilidad de continuidad, tal como lo refleja el debilitamiento de MC que pareciera no tener la fuerza para mantener las alcaldías que ganó en 2024 y mucho menos sostenerse en la gubernatura en 2030; sobre todo contra una ideología y movimiento político contrario como el de Morena, que se sostiene de un discurso que le habla a grupos socioeconómicos que MC ignora desde su perspectiva empresarial.
Pablo Lemus parece no querer diferenciarse de esa tendencia. Por ejemplo, uno de los aliados más cercanos a Lemus es Juan José Frangie, quien consiguió la reelección en Zapopan y representa un potencial relevo para la gubernatura para el 2030, y ha mencionado explícitamente que sus decisiones de gobierno se hacen con criterio empresarial argumentando que la administración pública “es como manejar una empresa, nada más sin dinero tuyo y es muy fácil”.
Como indica la investigadora Nercesian, el final de los movimientos polìticos empresariales en Latinoamérica han sido diversos, pero con más frecuencia no han tenido constancia ya que con el aprendizaje de los políticos empresarios y su nivel de aceptación por los suelos, terminan regresando a prácticas políticas clásicas. Sobre todo cuando pierden legitimidad ante la constante práctica de políticas que benefician solo a líderes empresariales.
