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Juegos Olímpicos París: Racismo, xenofobia y nacionalismo en crisis

Los sentimientos de nacionalismo y xenofobia se desbordan en las competencias deportivas, como en los actuales Juegos Olímpicos de París

Los Juegos Olímpicos de París 2024 han representado un foco de xenofobia a conveniencia y muestra fehaciente de la crisis de los nacionalismos que solamente son impulsados por quienes dirigen los gobierno o élites económicas, sino también por quienes buscan seguir legitimando y concentrando su poder a través de esta filosofía.

Uno de los ejemplos más mediáticos fue la crítica que recibió la selección de futbol argentina y, especialmente, Enzo Fernández, quien hizo una transmisión en vivo en sus redes sociales mientras él y sus compañeros celebraban el campeonato de la Copa América con un cántico xenófobo y racista contra jugadores de futbol franceses:

“Juegan en Francia, pero son todos de Angola. Qué lindo es, van a correr. Son come trabas como el put%& de Mbappé. Su vieja es nigeriana; su viejo, camerunés. Pero en el documento, nacionalidad francés (sic)”.

Más allá de lo común y frecuente que resultan estos tipos de cánticos en la mayoría de los estadios de futbol, lo anterior provocó una indignación mediática hasta el punto de la politización. Debido a esto, los deportistas argentinos fueron abucheados o agredidos de forma verbal desde las tribunas francesas en sus diversas participaciones en los Juegos Olímpicos. Es decir, una defensa extrema de su nacionalismo a pesar de que Francia, como ningún país del mundo, se jacta de haber erradicado la discriminación o representar un oasis para los inmigrantes, aunque no lo es completamente.

De hecho, la defensa a ultranza de los aficionados a su selección de futbol (que en el mundial de Rusia 2018 contó con 3 jugadores nacidos fuera de Francia y 12 con ascendencia africana), se revirtió de manera contradictoria, ya que en un partido de basquetbol abuchearon al jugador Joel Embiid, quien nació en Camerún y pudo representar a Francia en los Juegos Olímpicos pero decidió jugar con Estados Unidos debido a que su hijo nació en este país; entonces ¿se apoya la migración a conveniencia?

La contradicción de posturas puede estar originada de la crisis de los Estados Nación y el nacionalismo a nivel mundial, los cuales se han visto superados por el proceso de la globalización y una migración permanente desde hace décadas que ahora hace menos frecuente una ascendencia o árbol familiar concentrado en un sólo país.

Según datos de la ONU, 281 millones de personas viven en un país distinto a su país natal en 2020, más del doble comparado con los 128 millones que se registraban en 1990. Esto representa 3.6% de la población total en el mundo, pero existen países como Francia donde el porcentaje se incrementa a 13.1%, Estados Unidos con 15.3% o Emiratos Árabes Unidos donde el 88.1% de su población es inmigrante. 

Para explicar las razones de la crisis, es importante definir a un Estado como una forma de organizar el poder, mientras que una nación es un conjunto de sentimientos de pertenencia basados en un idioma, cultura, tradiciones y símbolos distintivos. De manera tangible se ha asociado al territorio, pero de manera intangible es solamente imaginada.

Benedict Anderson, uno de los teóricos más importantes de este tema, expresa que los integrantes de una nación jamás conocerán a sus compatriotas, pero en su mente se mantiene la idea de unión por estos sentimientos de pertenencia.

Uno de los pilares de los Estados Nación y los nacionalismos es la historia y todo lo que se detona de ella. Durante siglos, la guerra y la lucha por territorios ha definido este sentido de pertenencia, independientemente si se es parte de los derrotados o victoriosos. Las fronteras fungían como divisiones tangibles e intangibles, pero ahora, con la apertura de estas a la migración, la historia antigua se ve superada por la reciente, lo cual provoca que las identidades nacionalistas se esfumen.

La multiculturalidad actual de las naciones enriquece cada vez más la nación imaginada y, para interés de esta columna, al deporte. Un ejemplo reciente es el caso de los hermanos futbolistas Iñaki y Nico Williams que nacieron en España, pero sus padres son ghaneses. Iñaki decidió representar a la selección de Ghana y Nico a España.

Pero esta multiculturalidad se topa aún con tensiones basadas en la xenofobia y el nacionalismo a conveniencia, como sucede con la afición francesa que defiende la presencia de futbolistas con ascendencia africana inmediata, y critica a otros deportistas que decidieron representar a otra nación.

Desde el plano de poder político, que expande e impone su ideología en todo nivel cultural e imaginario de la nación, se ha promovido con más fuerza la xenofobia y el nacionalismo exacerbado con exponentes como Donald Trump desde Estados Unidos, el partido político Vox en España, o Marine Le Pen en Francia, que solo buscan asirse del poder.

Ante esta dicotomía se vuelve necesario aceptar la nueva realidad que se vive. Afrontar que la identidad imaginaria es precisamente eso, una mezcla de ideas construidas con bases mayoritariamente impuestas que pueden ser transformadas en cualquier momento. 

Los Juegos Olímpicos y competencias con atención internacional son una oportunidad de percatarse de ello y de cambiar la perspectiva que se tiene de límites y diferencias culturales que cada día son más difusas.

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Saúl Justino Prieto Mendoza

Me especializo en el mundo del UX Design y medios de comunicación digitales. Me encanta innovar y reinventar las formas de transmisión y de conexión con usuarios y la audiencia. Soy doctorante en Gestión de Paz y Prevención de Violencias por la Universidad de Guadalajara, lo cual me ha pemitido observar el fondo de problemas sociales vigentes.

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