El Departamento de Ciencias Espaciales del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) compartió una explicación sobre qué son las auroras boreales, además, de cuándo fue la última vez que se observaron en México.
“Son fenómenos luminosos de la alta atmósfera que se deben a la entrada de partículas del viento solar, principalmente electrones, por las líneas del campo magnético terrestre, que excitan los átomos y las moléculas del aire produciendo luz en el proceso”, describió Héctor Javier Durand Manterola en un artículo publicado en el portal del Instituto de Geofísica de la UNAM.
Detalló que el color de la luz que se ve depende del tipo de partículas que son excitadas y de la altitud a la que se estas encuentran. Por ejemplo, verde y rojo para oxígeno; rosa para nitrógeno y azul-morado para hidrógeno y helio.
“Estos fenómenos generalmente ocurren cerca de los polos magnéticos de la Tierra donde las líneas del campo magnético de nuestro planeta son casi verticales, lo que facilita el ingreso de las partículas de origen solar, por esto se les llama auroras polares”, describe.
Puntualizó que aquellas que ocurren en los alrededores del polo norte se les llama auroras boreales y a las que ocurren cerca del polo sur se les conoce como auroras australes.
¿Cuándo se vieron por última vez en México?
Durand Manterola explicó que el 14 de noviembre de 1789 el óvalo auroral se movió a latitudes tan bajas como las de México, lo que raramente ocurre, por lo que el fenómeno se pudo ver desde San Luis Potosí hasta Oaxaca; incluso en la Ciudad de México.
“Tres científicos mexicanos (novohispanos en esa época), José Antonio Álzate, Antonio de León y Gama, y Francisco Dimas Rangel observaron el fenómeno, lo reportaron y entre ellos hubo un intenso debate debido a los distintos modelos con los que los tres explicaban el fenómeno”.
Fue hasta el 2020, es decir 231 años después de ocurrido el fenómeno, que tres científicos de la UNAM utilizaron las observaciones de los científicos novohispanos para estudiar qué ocurrió ese día, dijo.
“De este análisis pudimos concluir que la aurora de 1789 se produjo a una altura de entre 480 y 680 kilómetros, que es la altura típica a la que se producen las auroras rojas”, detalló.
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