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Corona Capital 2023: ¿Qué hay detrás de los festivales de música?

El acaparamiento de las grandes empresas y las preferencias musicales, entre los principales motivos del éxito

Los festivales de música se han convertido en uno de los eventos de esparcimiento con mayor demanda y, por ello, más caros. Las razones y secretos por los que han tenido esa transformación son muchos; a continuación te comparto algunos.

El primer Corona Capital 2010 que se realizó en la Ciudad de México fue el 16 de octubre de 2010 y los boletos tuvieron un costo de 550 pesos por cada día sin tomar en cuenta los cargos extra. Si se compara con los 3 mil pesos que costaron cada día en su última fase para el Corona Capital 2023, esto representa un aumento de 445.45 por ciento.

Se podría decir que los precios han incrementado proporcionalmente a la inflación, pero no es así, ya que entre octubre de 2010 y octubre de 2023 la inflación fue del 76.57%, según el Índice Nacional de Precios al Consumidor del Instituto Nacional de Estadística Geografía (Inegi).

También podría existir la percepción de que el poder adquisitivo se ha incrementado y por ello el aumento en los precios a un festival como el Corona Capital, pero tampoco. Los ingresos mensuales promedio por cada hogar en el año 2010 eran de 11 mil 663 pesos, y en 2022 los ingresos casi se duplicaron a 21 mil 023 pesos, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares. Pero el costo de los boletos del Corona Capital incrementaron seis veces en ese mismo periodo.

Las cuentas no salen con datos promedio, pero al incluir el factor de la inequidad económica y social sí se explica por qué estos festivales de música siguen teniendo asistencia masiva. El ingreso promedio mensual en los hogares más pobres del país llega a 4 mil 470 pesos, mientras en los hogares más ricos alcanza 66 mil 898 pesos.

También el mercado más apto para estos festivales es de adultos jóvenes de 30 años de edad o más que tienen 50% más ingresos que los jóvenes de 20 a 29 años de edad. El Inegi también documenta que el esparcimiento es el último de 20 rubros en que se gasta en los hogares mexicanos, donde es prioritaria la alimentación, el transporte y la educación.

Se acabaron los números.

Los organizadores de festivales tienen detectado lo anterior y por ello han adaptado su oferta para atraer a los grupos más adinerados que están dispuestos a pagar por una “experiencia completa” y no sólo por un concierto de música.

Antes del boom de los festivales, era más común acudir a conciertos con uno o dos artistas presentándose y a precios mucho menores que un festival. Sin embargo, eran dirigidos a fanáticos constantes de las bandas que podían disfrutar sin aburrirse un show de dos horas.

Pero los festivales dan oportunidad a otro tipo de fanáticos de la música que prefieren escuchar en vivo, y en un solo día, las canciones más populares de las bandas que tienen sets con un promedio de duración de 40 minutos. Esto va conforme al consumo actual de la música: más diversificada y rápida.

Las plataformas de streaming han amplificado la distribución de sencillos o singles a álbumes completos. Simplemente es necesario tratar de recordar discos completos reconocidos antes de la década de los 2000 y posterior a esa década. La diferencia será abismal.

Una banda que vive de singles no podrá sostener un show en solitario de la misma calidad que artistas con más trayectoria. Por ello, los festivales tienen en sus diferenciales principales la cantidad que la calidad y para fines de asistencia, les funciona.

Esto va en detrimento del gusto de fanáticos que sí preferirían acudir a un concierto en solitario de una banda por la que pudieran pagar máximo mil pesos, pero ahora deben pagar por verlos mínimo 3 mil pesos. Lo cual da pie a otro secreto turbio: el monopolio de las empresas organizadoras de eventos.

La negociación con los artistas y bandas debe ser cauta y sigilosa. Ocesa es la empresa más grande y poderosa en este sentido. Organizadores de otros festivales como el Roxy en Guadalajara, ya extinto, explicaban que en la negociación con Morrisey, Ocesa pretendió intervenir para organizar su gira en México, pero no lo lograron ya que las pláticas para traerlo al festival tapatío fueron más exitosas.

Las formas en que empresas como Ocesa actúan para monopolizar los eventos y artistas se da con dinero y mejores condiciones contractuales, y la forma de poder pagarlos es subiendo el precio de entradas al público.

Mientras, festivales como el Roxy pueden ofrecer menos dinero a los artistas y, como en su caso, requerir de presupuesto gubernamental para asegurar la organización del evento y ofrecer boletos más accesibles.

Algunas de las cláusulas que empresas como Ocesa utilizan es evitar que los artistas que se presenten en sus festivales tengan otro concierto en México durante un año después de su presentación, y con ello se aprovechan también del llamado Fear Of Missing Out (Fomo) o ansiedad que genera para los fanáticos no poder ver en mucho tiempo a su banda favorita.

En pocas palabras, por estas razones se acostumbra a ver frecuentemente a las mismas bandas que “llenan” los festivales, una cantidad que es obscena, y acuden personas cada vez más adultas.

Esto último hace proclive el ofrecimiento de zonas VIP o con confort añadido para que aguanten horas y horas de música. Al punto de que los organizadores ofrecen a precios diferentes una zona con “baños exclusivos” y otra con “baños relucientes y exclusivos”, como en el Vive Latino 2024.

¿Qué otros secretos conoces detrás de los festivales de música?

Con eso abro mis participaciones en La Evidencia sobre todos los temas en los que considero puedo compartir información o experiencias de valor.

Ser “experto en todo”, es un sarcasmo adecuado a los tiempos modernos en los que cualquier persona puede opinar y expresarse sin siquiera tener contexto. La diferencia es que en esta columna partiré de conocimientos críticos y, por lo menos, informados; pero siempre teniendo en cuenta que otras personas pueden abonar de manera constructiva a los temas que expondré.

Larga vida y éxito a La Evidencia. saulmendozaper@gmail.com

Saúl Justino Prieto Mendoza

Me especializo en el mundo del UX Design y medios de comunicación digitales. Me encanta innovar y reinventar las formas de transmisión y de conexión con usuarios y la audiencia. Soy doctorante en Gestión de Paz y Prevención de Violencias por la Universidad de Guadalajara, lo cual me ha pemitido observar el fondo de problemas sociales vigentes.

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